Furia mediterránea

43ª ed. Festival de Torroella de Montgrí

Sentimiento, fusión cultural y un público rendido a la sinceridad musical de una emocionada Maria del Mar Bonet, hicieron de este primer encuentro con L’Arpeggiata y Cristina Pluhar un concierto para recordar. El aliento mediterráneo, convertido en una exaltada furia desde las tarantellas, cantadas con un contagioso ritmo catártico por el sopranista Vincenzo Capezzuto, transportó al espectador en una vibrante primera parte.

L’ Arpeggiata con su directora y tiorbista, Cristina Pluhar, también autora de la concepción del programa y de sus arreglos, demostró lo que es la inmersión musical de obras que fueron desde la canción popular napolitana o de la Puglia, pasando por autores de los siglos XVI al XX, como Kapsberger, Cazzati o Rodolfo Salvo.

El sello de libertad e improvisación a lo jam session, marca de L’Arpeggiata, se produjo con unos músicos excelentes. Entre los cuales los catalanes Dani Espasa al clave, la violinista Adriana Alcaide o el guitarrista barroco Josep Maria Martín Durán, quienes hicieron las delicias del público en sus respectivos solos convertidos en una virtuosa magia musical.

Mención de honor al carisma del sopranista de Salerno, Vincenzo Capezzuto, quien a pesar del peaje de una microfonación obligada por requerimientos técnicos, transportó al oyente con su timbre transparente y pulido con obras como un ensoñador Dicitencello Vuje.

 

La alquimia mediterránea y la madurez de una artista sensible engarzó en piezas como ‘La mort de la Margalida’, ‘El pi de Formentor’ o una vibrante ‘Jota marinera’

En la segunda parte, Maria del Mar Bonet inició visiblemente nerviosa con La dansa de la primavera y La Dama d’ Aragó, donde la conmoción artística fue bien patente. Micro en mano compartió su emoción y nerviosismo con el público en un acto de sinceridad y empatía que serenó su actuación.

A partir de aquí las tablas, la alquimia mediterránea y la madurez de una artista sensible y emocionante engarzó en piezas como La mort de la Margalida, El pi de Formentor o una vibrante Jota marinera, para triunfar y cerrar un programa regado de generosidad y sensibilidad.

Jordi Maddaleno. La Vanguardia